miércoles, 10 de abril de 2013

Capítulo 4.

Mientras que la madre de Amanda hace la cena, pizza, las dos amigas se conectan a Twitter y cotillean todo lo habido y por haber.
-Ya está la cena. ¿Os preparáis vosotras lo demás?
-Sí, no te preocupes, mamá.
Colocan dos bandejas individuales, vasos y servilletas. Cenan mientras ven Los Simpsons, programa amado por ambas chicas.
-¡Las doce menos diez! Mi padre me va a matar. -Dice Ángela mientras marca el número del nombrado en su móvil. -Papá, ¿vienes a por mí? Sí, estoy en lo de Amanda. Ya, es que no sabía que iba a venir aquí después. Vale. Venga, hasta ahora. -Cuelga.
-¿Está enfadado?
-Sólo porque no le he dicho que estaba aquí, se pensaban que aún estaba en la calle. Eso se le pasa en nada, con dos besitos. -Ríe Ángela.
-Bueno, mañana salimos con estas, ¿no?
-Supongo que sí. Vengo a por ti a las ocho, ¿ok?
-Ok. -Sonríe Amanda.
Se oye un pitido de un coche procedente de la calle.
-Ahí está mi padre. -Dice Ángela mientras se limpia la boca con la servilleta y se levanta. -Nos vemos mañana.
-¿Te acompaño hasta la puerta?
-No, tranquila, cierro yo. -Vuelve a sonreír.
-¡Adiós guapísima!
-¡Adiós preciosa!
Se deja los dos últimos trozos de la pizza, apaga la tele y luces, y sube a su cuarto. Allí enciende el ordenador, y empieza a escribir un capítulo en su blog, aunque hoy no está demasiado inspirada. Sueña con que algún día, tenga una historia que contar, algo que le haya pasado de verdad. De esas historias de las novelas que parecen tan irreales pero que el autor revela que son ciertas. Termina por publicarlo, ponerse el pijama y dormirse a las dos de la madrugada.
-¡Amanda, llevo media hora llamándote desde abajo! Son las doce.
-Voy, voy.
-Siempre tan dormilona... 
-Yo también te quiero, mamá.
Ríen. Aún no ha abierto los ojos.
-De verdad Amanda, tienes un problema con el sueño... -Dice la madre después de una carcajada. Después sube la persiana y los rayos del Sol hacen que Amanda termine por desperezarse. Hoy hace un día maravilloso. Termina por quedarse unos minutos en la cama sentada mirando al infinito. Después, enciende la radio y suena 'Give me love' de Ed Sheeran en Europa FM. Lo escuchó la primera vez con su éxito 'The A Team' con la que lloró muchísimas veces, y desde ese día, se ha declarado fan de él. Ama todas sus canciones y le parece el chico más romántico y mono del mundo. Baja las escaleras y se sienta a ver la tele. No tiene ganas de hablar con nadie por Whatsapp, así que lo ha dejado en su habitación.
Suena el teléfono fijo de su casa.
-¡Cógelo, estoy arriba! -Dice la madre de Amanda desde la planta superior de la casa.
Amanda se levanta sin ganas alguna, arrastrando los pies y descuelga el teléfono.
-¿Dígame?
-¡Holaaaaaaaaaaaaaaa! -Grita Ángela desde el otro lado del teléfono.
-Me has dejado sorda...
-¡Que es tu último día! ¿A que te vas a venir a comer a mi casa? Es que mis padres se van a comer por ahí y me aburro. 
-¡Vale! -Dice entusiasmada Amanda. -¿Me llevo algo?
-No, tengo de todo en casa. Te espero aquí.
-¿A qué hora?
-¡Vente ya, que me aburro! 
Cuelga. Amanda ríe. ¿Cómo puede ser tan tímida con los demás y con ella no? Pero a ella también le pasa. Se siente tan cómoda con ella, que le puede contar cualquier cosa. Se ríen de sí mismas, de todo. Y saben que lo que se cuenten una a la otra no saldrá de ahí, a diferencia de sus demás amigas.
Sube las escaleras hasta llegar a su habitación y se viste. Vaqueros largos, camiseta blanca básica y converses. El pelo le cae sobre los hombros. Sus rizos hoy están especialmente alborotados. Pero en cierto modo, le gustan de esa forma. Le hacen parecer más atrevida. Se lava la cara, los dientes y finalmente se echa el desodorante y colonia de Lady Rebel, la que le regaló su madre hace unos meses, en su cumpleaños.
-¿A dónde vas? -Dice la madre mientras pasa por el pasillo de la planta superior la fregona.
-A lo de Ángela. Está sola y se aburre. Vengo a las siete o así, ¿vale?
-Vale. Ten cuidado.
-Mamá, no me rayes... -Sonríe.
Le da un beso en la mejilla y la abraza. Siempre su madre ha sido muy miedosa. Tiene miedo de absolutamente todo. Es algo que Amanda detesta, pero desgraciadamente, aunque a veces esconde su miedo, ha heredado su pánico. Coge su Blackberry blanca y sus cascos del mismo color y sale por la puerta.
Camina por las calles de su pueblo escuchando su lista de reproducción llamada "." Tan poco original como siempre. Escucha Rock Me de One Direction y Still Into You de Paramore. El trayecto no es demasiado largo, sólo dura siete minutos. Toca la puerta. Ángela tarda en abrir. Finalmente, la segunda vez que toca al timbre, abre.
-¡Ey, no te escuchaba! Estaba cocinando. -La sonrisa de Ángela le da a entender que pase.
Amanda sigue a Ángela hasta la cocina. Está cocinando pasta.
-Huele genial.
-A ver cómo sabe... -Ríe Ángela.
Las dos se sientan en sillas paralelas.
-A las siete me voy a casa y me arreglo. Y mañana por la mañana me marcho.
-¿A qué hora sale el autobús?
-Mierda, ¡el billete!
-¿Lo has perdido?
-¡No, no lo he comprado!
Ángela ríe a carcajadas al oír lo que Amanda acaba de decir. ¿Cómo puede estar pensando en preparar la maleta y se le ha olvidado el billete?
-No te preocupes, son las una, nos da tiempo a ir a la estación y comprar uno. -Dice Ángela mientras mira su reloj de color rojo. Hoy se lo ha cambiado. Tiene una colección entera, de unos treinta o más relojes de todos los colores y tamaños.
-Nos llegamos por mi casa y cojo dinero.

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